jueves, 11 de junio de 2009

COMAMOS PARA... LA GLORIA DE DIOS


Lo que comemos es vital para el desarrollo y la conservación de nuestro cuerpo. nuestro vigor, nuestro sistema inmunológico, nuestra misma existencia y nuestra capacidad para colaborar con la sociedad dependen de un régimen equilibrado de alimentación. San Pablo, el gran apóstol nos exhorta: "Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios"(1 Corintios 10:31). ¿Cuál es el plan de Dios para un régimen óptimo de alimentación?
La ciencia de la nutrición. La nutrición, como ciencia, es relativamente nueva. Un francés, Antoine Lavoisier, ganó el título de padre de la nutrición moderna cuando, a fines del siglo XVIII reconoció que "la vida es un fenómeno químico"; descubrió especialmente la relación existente entre el oxígeno y el metabolismo de los alimentos. Sin embargo, no es hasta comienzos del siglo XX cuando se ha compilado información contrastada sobre ciertos nutrientes, como es el caso de las vitaminas.
En 1753, un cirujano naval escocés, James Lind, publicó resultados acerca de estudios, los primeros, sobre el escorbuto- una grave enfermedad causada por ciertas carencias, cuyos síntomas son: encías hinchadas, hemorragias y debilidad- estos resultados de los ensayos que se hicieron con seres humanos, demostraron que esa enfermedad se podía prevenir y curar por medio de la ingesta del zumo de los cítricos, entre los cuales el limón. Así fue ordenado que todos los marineros británicos debían tomar una ración diaria de zumo de limón... y se acabó el mal.
Y he aquí una cuestión: ¿tomaremos el zumo de los limones o las pastillas que - dicen- contienen sus cualidades? La diferencia adquiere gran importancia.